martes, 17 de julio de 2007

Esta tarde llueve. La esperanza muere.


No hay manera de hablar con las manos llenas.
Si hay gotas de esperanza, a mi techo no han caído.
Sólo toco la punta de mi nariz imaginándote.

Este cielo se ha puesto oscuro desde que nuestro beso lo infectó.
Mis manos,
aún llenas de dudas, amor y cansancio,
guardan la manera tonta de dedicarse a pensarte.
Hay mal tiempo hoy para la esperanza.

Enrosco un poco más mis cabellos, y termino pensando en Dios.
Lo divino no existe, sino la mezcla de sentimientos bonitos con un poco de inocencia.
Aquí se ha mezclado todo, pero el resultado final ha sido perturbador.
Dejaré de pensar en Dios, el no sabe lo nuestro, ese día se durmió.

Converso maravillas tocándome los pies.
Aparece de una vez y terminemos con esto. Más tarde será peor.
Pero procura dejarme sólo una gota.
Volverá la sed, lo sé.

Dormiré por hoy.
Ya no quiero llorar más, el techo se va a caer.
Mañana hablaremos, lo prometo.
Dejaremos nuestras manos vacías y nuestros labios secos.

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