"alé limón, alé limón... el puente se ha caído"

Y porque estuve pensando que las cosas sin oxigeno no funcionan,
yo hoy me pongo 15 años menos.

Dame mis legos y hablamos luego. Construiré mi torre a mi manera.

Si me apetece un helado,
comérmelo con los dedos y manchar mi ropa,
lo haré con gusto.

Reiré tan fuerte como pueda, hasta que mi estómago me duela.

Pintaré mis paredes
–esas que tanto golpeo-
y las vestiré del mejor verde que tenga.
No quiero azules, ni rosas, ni violetas.
Con mi verde me basta y soy feliz.

Mi rompecabezas de animalitos los recogí por ti,
y me tomé la sopa obedientemente sin llorar un solo momento.
Ahora que me cuesta caminar sin agarrarme me dices que corra.
No puedo, tengo mis juguetes aún regados. No puedo.

Este berrinche que me invento,

que me urge,

que preciso con estruendosa gritería,

me limpia los segundos de rabia.

Y así tan mocosa como soy exijo un respiro y un juego nuevo,

un caramelo, mi segundo helado,

la pelota que rebota, mi muñeca perfecta,

que sin lagrimas fingidas sigue siendo como yo.

Y entonces… el regaño, el castigo en el rincón.

Pero mi entusiasmo infantil me lleva a decir
que cuando uno quiere limpiamente,
con sonrisas pintadas con los dedos y soles de acuarela,
se quiere mas despacio y con entusiasmo,
solo hay que apresurarse cuando el tiempo del receso sea poco,
cuando el castillito de arena se lo lleva el agua,
cuando la hora de la siesta apremia.

Solo apresurarse cuando mamá no llega.

Yo quería hacer una rueda, imaginar mi casita.

Si, soy una niña… eso ya lo sabías.