jueves, 20 de diciembre de 2007

El domingo que te vi


Caminaba esquivando a la gente. A veces me enferma ver multitudes. Sin embargo caminaba concentrada en los pasos de la persona que tenia adelante. Sucedió que volteé a mi derecha –aún no sé si buscando algo o simple inercia- y lo vi acercarse. Me preguntaba que estaba él haciendo en aquel lugar. Nos saludamos de lejos con una sonrisa.

Había pasado tanto tiempo que se notó en el abrazo. La cordialidad y el tiempo, nos hizo preguntarnos como estábamos. Él, aún abrazándome, me dijo que estaba hermosa. Por alguna razón recordé un encuentro parecido hace muchísimo tiempo con él, siempre pasa que nos tomamos de sorpresa. Al separarnos me percaté que sostenía mi mano, la solté al momento en que saludó a la persona que andaba conmigo. Preguntó lo que se debe preguntar luego de meses sin saber de alguien. Otra persona, que también me acompañaba, decidió el cambio de dirección y caminamos de nuevo. Él caminó a mis espaldas. Lo tenía muy cerca, preguntándome mientras caminábamos cómo estaba mi vida amorosa. Yo con una sonrisa le dije que estaba con alguien. Insistió en saber quién, pero no tenía sentido decirle. Fue muy directo –como siempre lo ha sido- en preguntarme si la situación con esa persona iba en serio.

- ¿entregada?, ¿enamorada? –preguntó-

- si, por qué no. –le dije-

Él, con ese gesto que amé alguna vez y que luego detesté, sólo pudo decirme algo que volvió a llevarme a otro recuerdo.

- no lo creo, uno no se enamora dos veces.

Sólo pude reírme del comentario, y decirle que en realidad si podía ser posible. Lo único que me pareció imposible, era creer que él estaba solo. Nos despedimos como nos saludamos. Él me pidió que nos viéramos algún día, y yo le esquivé la invitación con algún chiste tonto. Al alejarme de el, y seguir caminando en la multitud, no podía esconder mi sonrisa sorpresiva. Jamás pensé verlo en aquel sitio. Me paseé rápidamente por los pocos recuerdos que había guardado de él, y volví a traer ese último que con su comentario me hizo recordar. Por razones de similitud, un refrán se me vino a la mente. Negué con la cabeza sonriéndome y comprendí lo mucho que había aprendido y el poco tiempo que había pasado. Me sentí distinta y a la vez la misma. Mi momento filosófico me duró unos cuantos minutos más, hasta que la misma multitud me hizo bajar de mi nube. Decidí dejarme llevar, total, era domingo y había cerveza.

Escrito el domingo 16-12-07

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