miércoles, 26 de diciembre de 2007

Felicidad desechada


Siempre acostumbraban a mirarse de cerca antes de darse un beso. Esta vez, sentados en el sofá de la casa de él, no fue la excepción. Se sostuvieron sus manos mirándose fijamente. Él, por razones que el nada más entendía, tenía un nudo en su garganta. Quería decir algo desde hace días. Ella comenzó a hablar de su día. Él la oía sin prestarle atención, sólo pensaba en cómo empezar. Hasta que en algún momento, ella se calló. Él tragó grueso, y disfrazó su rostro con una tranquilidad incómoda. Le dijo que se sentía estupendo con ella, que sentía que lo que tenían era importante. Ella no disimuló su pequeña sonrisa y su mirada enamorada. Pero a él le costaba no titubear.

- a veces uno está contento, pero hay algo que te hace sentir todo lo contrario. –dijo él en voz baja.

- ¿Y cual es ese algo? – preguntó ella frunciendo el entrecejo.

Miró la sala buscando una respuesta oculta, algo que no le doliera. Pero optó por ser sincero y evitar disfrazar las palabras. Le dijo que en ocasiones se sentía ahogado, sin saber si era por ella o por el mismo. Sentía que ella no ayudaba mucho en el sentimiento, sino que hasta lo empeoraba. Le pidió disculpas por los cambios de humor que había tenido últimamente, porque no quería hacerle daño ni verla llorar. Le agradeció su paciencia, y sus ganas de querer permanecer a su lado. Empezó a sudar al decir esto. El corazón le latía muy rápido. Se tragó el llanto. Ella, con la cara mas triste que le había visto jamás, le dijo que no entendía el dilema. Que todo para ella había estado bien. Que cada día que pasaba se sentía feliz a su lado. Él queriendo que la conversación culminara, le dijo que mejor era estar separados, o quizás tomarse un tiempo para pensar. Apenas lo dijo sintió el arrepentimiento en las venas. Ella, con una lágrima seca en el rostro, se levantó del sofá, recogió sus cosas y se dispuso a irse. Antes de cruzar la puerta le dijo:

- La cobardía no es amiga del amor. Deja el miedo. Has vivido toda tu vida luchando. – le dijo con su rostro sin gestos.

- ¿luchando?, ¿contra quién? – preguntó confundido, sin entenderla.

- contra la felicidad.

Cerró la puerta y lo dejó mirando al frente con la mirada perdida. Había dicho lo que sentía y lo que quería, pero por alguna razón, su pecho le dolía. Permaneció un rato más en el sofá, pensando en lo que ella había dicho. No pudo evitar pensar que indudablemente había sido feliz con ella, pero no entendía por qué la apartaba. Decidió no pensar más y se fue a su habitación. Ya había hecho lo que tanto había pensado. Ahora quedaba lidiar con el resultado. Mientras, dos horas más tarde, una voz desconocida la llamaba a ella para invitarla al cine.

“La cobardía es asunto
de los hombres, no de los amantes.
Los amores cobardes no llegan a amores,
ni a historias, se quedan allí.
Ni el recuerdo los puede salvar,
ni el mejor orador conjugar.”

Silvio Rodríguez

Lunes 17/12/07

1 comentario:

Anónimo dijo...

me encanta lo que escribes!! te invito tambien a mi blog para que opinemos de cosas que se que podemos tener en común www.lilidice.blogspot.com