domingo, 12 de octubre de 2008



A veces, buscar la palabra correcta te hace entender que nunca, aún siendo filósofo o un gran maestro, dirás nada mejor que cuando olvidas las leyes de la oratoria.

Nada de adjetivos desproporcionados. Ni adverbios que supongan ser los apropiados. Aquí, luego de escuchar tantas historias descabelladas y teorías que prometen un futuro, no sirve valerse de todas las palabras del diccionario. Me he dado cuenta que sobran y se caen letras cuando se abusan de ellas.

Largas, como esta columna vertebral, pueden volverse las sobre-explicaciones. Verborrea necia que acumulamos, por ser humanos que se resisten como animales, y que nos ayuda poco, volviéndonos un constante bla bla blá.

Ese bis cotidiano de palabras calvas.

Y lamento, con todas mis razones, ser parte de ello. Usar como escudo las mismas oraciones. Que a usted le parecen tontas, a él le parecen burdas, y a ellos, menos que a mi, les suenan a nada. Un invento desperdiciado.

Por eso digo: lluvia. A ver si algún día se lavan.




me despido.
volveré al escampar.



27.09.08

1 comentario:

Rubén Darío Carrero dijo...

"Por eso digo: lluvia. A ver si algún día se lavan.
me despido.
volveré al escampar".

Qué pasó? Qué pasó? Y esa imágen? donde está su sintaxis, señorita Arias?.
Creo que empiezas a darte cuenta que la poesía no es salir a las 2:00aM a comprar un desodorante.

Qué grato encontrarte otra vez...!!! No tengas miedo, no sientas que te traicionas. Oh Caliope, devuelvele las metaforas a Andi!!!.

Besos...