domingo, 11 de enero de 2009

"...Entonces empezó a reír con los labios apretados, sin renunciar a la lucha, pero defendiéndose con mordiscos falsos y descomadrejeando el cuerpo poco a poco, hasta que ambos tuvieron conciencia de ser al mismo tiempo adversarios y cómplices, y la brega degeneró en un retozo convencional y las agresiones se volvieron caricias. De pronto, casi jugando, como una travesura más, Amaranta Úrsula descuidó la defensa, y cuando trató de reaccionar, asustada de lo que ella misma había hecho posible, ya era demasiado tarde. Una conmoción descomunal la inmovilizó en su centro de gravedad, la sembró en su sitio, y su voluntad defensiva fue demolida por la ansiedad irresistible de descubrir qué eran los silbos anaranjados y los globos invisibles que la esperaban al otro lado de la muerte. Apenas tuvo tiempo de estirar la mano y buscar a ciegas la toalla, y meterse una mordaza entre los dientes, para que no se le salieran los chillidos de gata que ya le estaban desgarrando las entrañas..."

Cien años de soledad
Gabriel García Márquez


4 comentarios:

Gerardo Carvajal dijo...

Shit!!! una de las partes del libro que más me gusta.. Coño!, asustas.

Mariana dijo...

Uuuffff... uno de mis libros favoritos... me trae tantos recuerdos... demasiado bueno!!! Besitos

Matías dijo...

que buen libro, y yo que andaba con ganas de releerlo...

David Parra dijo...

cuando vuelves?