domingo, 30 de marzo de 2008

El principio de mi llanto.


Se toma mucho tiempo en comprender cuánto se ha fallado. A veces el pasearse por los errores mentalmente, te va destruyendo cada latido sano. Si fuésemos capaces de elevarnos alto y curar todo rápidamente, ese penoso proceso podría ser más esperanzador. No tendríamos que llorarnos la vida cada quince minutos, ni darnos golpes de pecho sin sentido. Comeríamos más y mejor. Entenderíamos mejor las despedidas y las cosas que no se dijeron. Pediríamos y recibiríamos perdón más fácilmente.

Si esto fuera así, las lecciones se aprenderían distinto. Aunque habrían los que dijeran que el dolor enseña. Si, no lo discuto tampoco. Sólo pensaba –o soñaba- que pudiésemos transformar el llanto y los lamentos en medidas psicológica y físicamente más agradables.

Quizás lo digo porque ya este oficio de llorarme cada letra y pensamiento, me tienen jodida la vida. Ha sido así desde siempre. Creo que la única vez que sonreía sin problema era estando niña, cuando todo era más fácil. Aunque…los niños también lloran, y por algo que se les maximiza cuando son grandes: la incomprensión. Hoy no lloro por esa razón tan adolescente. Sufro por cosas perdidas y encontradas dolorosamente. Lloro por los intentos castrados sin aviso. Por todo lo que escribí y jamás mostré. Por lo que me callé, temerosa del rechazo. Por todas las piezas que había empezado a unir. Lloro porque el pecho duele, y no sé de qué otra forma se alivia eso. Lloro porque mantengo esperanzas que quizás jamás se cumplan. Lloro porque nunca pude mostrar lo que llevaba adentro mi bolsita de posibilidades.


Esto no es más que el principio.


Viernes 28/03/08

3 comentarios:

Vanyz dijo...

Yo creo que llorar no hace debil a una persona.
Es solo algo para sentirse aun mas fuerte al rato.
Bs.

Kevin Leonardo dijo...

Llorar de vez en cuanto es bueno, desestresa el alma.

|andi.na| dijo...

Llorar es mi oficio. Aunque, estoy tratando de que las lágrimas me sepan dulce.