Y entonces uno se pregunta si el esfuerzo es necesario.
Si tragarse todo da un resultado.
Mejor seguir alejado y mirar todo desde abajo
soplar unos cuantos globos y sentirse como un niño
para no preguntarse más si la vida come dulces o le servimos vinagre.
Pero uno se lava las manos con silencios y complejos.
Los globitos se explotan uno a uno y las ganas de llorar hay que meterlas en los bolsillos.
Mejor me dejo de estúpideces y limpio mi clóset.
A veces la culpa la tiene uno mismo.
1 comentario:
Uno y sus fantasmas, hay que aprender a disfrutarlos alrededor. Sin embargo, no toda la culpa es de uno, ni de ellos.
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